Deuda y ajuste: Los Festejos del Zorro Libre

Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), elogió esta semana las políticas del gobierno de Javier Milei. Según ella, Argentina es un ejemplo de disciplina fiscal y reformas estructurales. En efecto, si por “disciplina” entendemos destruir salarios, pulverizar jubilaciones, despedir trabajadores y sumir a más de la mitad de la población en la pobreza, entonces sí, estamos ante un caso modelo.
Georgieva afirmó con entusiasmo que «el país controló sus finanzas» y que las proyecciones de crecimiento para este año son del 5%. Un crecimiento, claro, que si ocurre será apenas un rebote técnico después de la caída del 2024, en la que el Gobierno hundió la economía. En ese sentido, decir que «Argentina crecerá» es como festejar que alguien dejó de golpearse la cabeza contra la pared. El modelo Milei consiste, al parecer, en destruir para después celebrar que algo sobrevive.
Mientras tanto, el ajuste que aplaude el FMI se siente en cada rincón del país: recortes a las jubilaciones, caída del salario real, despidos masivos, tarifazos y una devaluación encubierta que el Gobierno insiste en negar con vehemencia. Entre el viernes y el lunes, tras la apertura del cepo cambiario, el dólar saltó un 17%. En TN, hasta Marcelo Bonelli se hartó: «Es una devaluación, ponele el nombre que quieras». Pero el Gobierno prefiere disfrazarla de «flotación administrada», porque si no lo decís, entonces no pasó.
El viernes pasado, el Banco Central vendió 300 millones de dólares a $1.000. Tres días después, el dólar cotizaba a $1.230. ¿Quién los compró a precio de ganga? El misterio abunda, pero lo cierto es que la hermana del Presidente, Karina Milei, sabía que se venía la devaluación. Lo confesó Guillermo Francos, aclarando que ella conocía las condiciones del FMI. Mientras tanto, Karina acaba de ser denunciada por malversación de fondos públicos. Otra joya de la «nueva casta».
Mauricio Macri también se sumó al festejo por el fin del cepo cambiario, el mismo que él mismo había impuesto en 2019. «Es el paso uno», dijo, como si estuviéramos a punto de entrar al primer mundo. Claro que, como siempre, omitió que este paso uno viene acompañado de aumentos de precios, pérdida de poder adquisitivo y una deuda nueva de 20.000 millones de dólares con el FMI. Nada como la coherencia amarilla.
El mercado, que supuestamente todo lo regula, reaccionó como era de esperar: algunas empresas, anticipando la devaluación, aumentaron sus precios hasta un 12%. Los supermercados rechazaron las listas, lo que el ministro Caputo celebró con bombos y platillos. Incluso denunció públicamente a Unilever por remarcar precios, lo que desató una campaña de boicot contra la marca. En este nuevo orden moral, remarcar es delito si no lo aprueba el Gobierno, pero vender dólares baratos a los amigos, no.
Las acciones argentinas en Wall Street subieron, es cierto. Pero mientras los especuladores brindan con champagne, acá se toma mate amargo: la inflación interanual mayorista llegó al 27,7%, y los alimentos siguen liderando los aumentos. Francos, con el desparpajo de un funcionario de la monarquía, dijo que «la gente no tiene poder de compra», pero que lo importante es que los supermercados resistan las subas que generó el propio plan económico.
A esta altura, el modelo de Milei parece una mala parodia del milagro alemán:
- Devaluación.
- Ajuste.
- Despidos.
- Endeudamiento.
- Otra devaluación.
- Más ajuste.
- Más despidos.
- Más deuda.
- Otro saqueo.
- Otro discurso en cadena nacional diciendo que estamos mejor que nunca.
En 493 días, ya acumuló un 196,6% de inflación, una devaluación del 216% y un nuevo acuerdo con el FMI que perpetúa el sometimiento al capital financiero.
Todo esto, por supuesto, en nombre de la “libertad”. La misma libertad que sirve para privatizar derechos, entregar soberanía y destruir lo poco que queda del tejido social. Si este es el ejemplo que el FMI quiere exportar al mundo, que se queden tranquilos: lo único que están generando es un manual ilustrado sobre cómo empobrecer a un país en tiempo récord.
La salida no vendrá de seguir la receta del Fondo. Como plantea el Frente de Izquierda, es urgente romper con el FMI y desconocer una deuda ilegítima y fraudulenta. Porque no hay futuro posible mientras sigamos sometidos a este ciclo de saqueo. Y porque, aunque el Gobierno pretenda convencernos de que el ajuste es libertad, cada vez más personas saben que es, simplemente, miseria organizada.
Parafraseando la ordinariez se pude afirmar que “la libertad esta, no sirve para un carajo”. Es como decía Raúl Alfonsín, ‘la libertad del zorro libre, en el gallinero libre, para comerse, con libertad, a las gallinas libres’