INTA en la cuerda floja: advierten que el plan oficial busca “reconvertir” recortando autonomía, federalismo y capacidad científica

En medio de un clima político atravesado por el ajuste fiscal y una mirada crítica sobre el sistema científico nacional, la Fundación Alem difundió un informe contundente que enciende las alarmas sobre el futuro del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Bajo el título “Reconversión, sí. Desmantelamiento, no”, el documento plantea que las reformas impulsadas por el gobierno nacional podrían significar un vaciamiento funcional del organismo, afectando su autonomía, capacidad técnica y vínculo territorial.
La advertencia no es menor: el INTA, creado en 1956, ha sido durante décadas uno de los principales motores de la innovación agroindustrial del país. Su trabajo en investigación, desarrollo y transferencia de tecnología ha sido clave para mejorar la productividad, la sustentabilidad y la competitividad del campo argentino. Hoy, esa estructura corre serio riesgo de desarticulación.
Riesgo de recentralización y pérdida de rumbo
Según la Fundación Alem —vinculada históricamente a la Unión Cívica Radical—, el plan oficial contempla transformar al INTA en un organismo completamente centralizado, bajo control del Ministerio de Economía, sin autonomía presupuestaria ni administrativa. Esta medida, advierten, limitaría su capacidad de planificación de largo plazo, fragmentaría el trabajo en red con universidades, cooperativas y productores, y erosionaría su naturaleza federal.
“El INTA no puede ser manejado como una repartición más del Estado central. Su fortaleza ha sido siempre la cercanía con el territorio y su capacidad de adaptar la tecnología a las realidades regionales”, sostiene el informe.
Golpe institucional: sin productores en el directorio
Uno de los puntos más polémicos es la modificación en la composición del Consejo Directivo del organismo. La propuesta elimina la representación de entidades del sector productivo —como ACREA—, al tiempo que amplía la participación del Poder Ejecutivo, otorgándole mayoría automática en las decisiones clave. Un cambio que, según el documento, rompe con el espíritu participativo y plural que dio sustento al INTA desde sus orígenes.
“Se intenta suplantar la cogestión técnico-productiva por una conducción verticalista, subordinada a decisiones políticas coyunturales”, señala la Fundación.
Venta de activos y retracción territorial
A este escenario se suma una decisión que genera fuerte rechazo: la venta de propiedades del organismo, entre ellas el histórico edificio de Cerviño y Ortiz de Ocampo, en CABA, y la posible disposición de más de 27 mil hectáreas donde hoy funcionan centros de ensayo y experimentación con alto impacto productivo. De concretarse, estas medidas afectarían directamente la capacidad operativa del INTA en las regiones.
Críticas al pasado, pero preocupación por el presente
El documento también dedica un apartado a cuestionar la gestión kirchnerista, acusándola de haber desvirtuado la misión original del INTA, orientándolo a tareas sociales sin vinculación con su eje científico-tecnológico. Sin embargo, el eje principal de la crítica recae en el actual intento de recentralización.
“La ciencia y la tecnología no son gastos, sino inversiones estratégicas. Debilitar al INTA es debilitar al campo, a las economías regionales y al desarrollo productivo del país”, concluye el texto.
En lugar del desguace, la Fundación propone una modernización que permita mejorar su productividad, su relación con el sistema productivo y su eficiencia institucional, sin resignar autonomía ni desarticular su histórica estructura federal.